Es curioso como puedes llegar a extrañar a alguien.
No es solo tener una conversación o poder ver su rostro. Hoy día basta un ordenador para poder tener esto. Es algo mucho más profundo, algo que falta en el fondo del pecho y ralla el alma.
Esta el tacto. Claro. Las caricias y los besos... Sentir su respiración sobre tu cuello, al tiempo que sus manos se enredan en tu pelo y sus labios dejan restos de te quieros sobre la piel. Esos restos no se van con el agua, ni con jabón. Pero el tiempo a veces se los lleva, por eso es necesario repasarlos de vez en cuando. Para que no se borren.
Y respirar. El tiempo que estas sin esa persona es como no tener aire. Al principio una angustia de recorre el cuerpo, como si no pudieras vivir, como si notaras como tu vida se escapa poco a poco a través de tus labios. Poco a poco caes como en un letargo... Y cuando lo vez... Emerges la cabeza del agua, con furia, con rabia, con una pasión desmedida, y vuelves a vivir. Respiras por su pecho sí, pero también por sus ojos, por sus manos y por su corazón.
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