Vivo tachando días en el calendario. Cómo si esperara un día concreto, un día en el que arrojarme a tus brazos y hacerte mío. Como si necesitara una meta hacia la cual dirigirme, un circulo rojo sobre un papel.
Se avecina un cambio.
No un cambio de imagen ni de pensamiento. Es algo grande, lo abarcará todo. Y he de reconocer que me da un poco de miedo. Supongo que por aquello de que no podemos evitar los cambios. Suceden sin más. Y de todos es sabido que odiamos lo que no podemos controlar.
Es absurdo...
Hay ropa en el suelo y una tarta de chocolate encima de la cama. Con forma de corazón. Una rosa de plástico se balancea al borde del lapicero y el sonido del resto del mundo me martillea la sien. Vivo desordenando y recogiendo, marcándome objetivos, metas y estúpidos propósitos que se que no voy a cumplir.
Espero que el día que descubra mi rumbo no sea demasiado tarde para enderezarlo. O para celebrarlo, quién sabe.
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