— ¿No huelo a animal?
— ¿A animal? ¿Tú? Tú hueles a sol.
Eileen sonrió.
— No sé como sentirme, dado que no sé cómo huele el sol. Espero que bien.
Ethan miró a Eileen, con los ojos de color violeta bañados de la luz lunar. La chica escaló por las sábanas hasta subir encima del chico y tumbarse sobre su pecho. Ethan pasó la mano por el pelo de Eileen.
— Me acuerdo de la primera vez que te vi.
Eileen rió entre dientes.
— No esperaba menos.
— Llevabas dos trenzas y un peto vaquero manchado de grasa de coche. Tenías quince años y eras tan adorable... Costaba creer que venías de cuidar a cinco niños. Eras tan dulce, tan pequeña... — le acarició la mejilla. — Llevo enamorado de ti desde el día en el que me abriste la puerta de tu casa y me preguntaste que quién era yo. Tú me preguntaste quién era y lo único que quería decirte es que quería pasar el resto de mi vida contigo. "
Crónicas de Limenarÿa. El Regreso.
Gloria Martínez Villamandos.
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