El detuvo el coche frente a su puerta y la miró, pero ella no se movió ni un ápice.
- Ya hemos llegado - anunció, aunque era evidente. Ella le taladró con la mirada.
- Ya sabes como funciona esto. - le dijo. Él sonrió y se inclinó sobre ella. Una vez recibido su beso, la chica se quitó el cinturón, sonriente. - ¿Y un abrazo, quizás?
Él la abrazó todo lo bien que pudo dentro del coche. Ella apretó los brazos en torno a él, y le dijo:
- Ya no te veo hasta dentro de dos semanas y...
- ¿Qué?
- Tengo una mala noticia.
El chico se separó de ella y le miró preocupado.
- ¿Qué pasa?
- Creo que... he vuelto a acostumbrarme a ti. Pero no me mires así, es culpa tuya. Ya sabes lo que pasa: me tienes una semana entre besos y caricias y ahora te vas sin más. ¡Pues no! Tendré que hacer caer sobre tu conciencia que cada día que estés lejos me estará doliendo en el alma. Quizás así vuelvas.
- Siempre vuelvo.
- Sí, eso espero. - dijo.
Y sin más salió del coche y se dirigió al portal. Él la siguió con la mirada y no tuvo más remedio que sonreír cuando ella le tiró un beso desde el otro lado del cristal.
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