Vivimos en una montaña rusa. Eso es. En una montaña rusa del amor.
Tan pronto estamos escalando hacia lo más alto como nos precipitamos al vacío y nos detenemos justo antes de estrellarnos sin otro remedio que el de desaparecer. Pero eso nunca sucede. Y es eso, esa sensación de vértigo, justo en la boca del estómago, esa sensación de ingravidez y salvación, lo que nos mantiene unidos.
Dijimos que nuestra relación era como una travesía. Y ya pueden venir valles y riscos, que no pondrán detenernos.
Somos imparables.
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