Entró en una habitación repleta de extraños aparatos que tenían aspecto de servir a algún tipo de estudio astronómico. Avanzó a través de los artefactos hasta encontrar una pequeña escalera que conducía serpenteante a una pequeña sala por encima de la primera. Las paredes eran ventanales desde el suelo hasta el techo y, aparte de eso, no había ninguna otra cosa en la habitación.
Ninguna otra cosa era ninguna otra salida.
Se giró alarmada hacia la puerta por la que había entrado, pero era demasiado tarde. Eris ya se había interpuesto con un sigilo inhumano entre ella y la única vía de escape.
— Huyendo no vales gran cosa. — le dijo Eris, casi divertida. — Eso tienes que reconocerlo.
— ¿Huir? Yo no huyo. Y menos de alguien como tú.
— Ya te vencí una vez.
— Usando tretas y trucos de mentalista. Pero matarme... eso es otra cosa. No lo conseguiste en Siheler y no lo conseguirás ahora.
— Por favor... — dijo, sacudiendo levemente la cabeza. — El miedo que tienes ahora mismo es tan grande que me martillea las sienes.
— Tener miedo no significa no estar dispuesta a luchar. Tener miedo no te impide vivir.
— Yo no tengo miedo. — afirmó Eris con rotundidad.
— Entonces acabas de sentenciarte. — dijo Helle, y cargó su arco.
Eris dio un paso hacia ella, y enseguida una saeta fue directa al corazón de la namnit. Sin embargo, Eris la esquivó con un movimiento grácil. Fue casi insultante la facilidad con la que se deshizo de la flecha de Helle, que se clavó en la pared detrás de la mujer.
— Es un buen arma, desde luego. — dijo Eris. — Pero un poco inútil en las distancias cortas.
— Pues acércate.
Eris avanzó más rápidamente hacia Helle, enfadada. Helle volvió a cargar el arco y esta vez la flecha pasó rozando el hombro de Eris justo bajo la unión de su armadura, abriéndole una herida. Un hilo de sangre comenzó a bajar por su brazo. Eris miró a Helle enfurecida y, cogiendo la espada con las dos manos, corrió hacia Helle.
Esta vez solo tuvo tiempo de tirarse al suelo y rodar, antes de que la espada de Eris cayera sobre ella. El duro metal golpeó el suelo y saltaron chispas.
— Ya estoy cerca. — dijo.
Eris & Helle.
El Regreso.
Gloria Martínez Villamandos.
Accción y la otra parte, romance. ¿Qué más, que más? Esta parte me ha gustado aún más si cabe, me he quedado con las ganas de terminar!! Libro completo YA!
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