Te había borrado de mi vida, pero a veces vuelves para amargarme la existencia. Pasaste fugazmente y me hiciste cometer algunas locuras, como tomar el sol en un tejado, aún a riesgo de partirme la crisma.
Lo único bueno es que, gracias a que decidiste que luchar por mí no valía la pena, conseguí dejarte a atrás y dar un paso en otra dirección. Hacia él.
Así que gracias, supongo.
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