A veces me pregunto cosas así de catastrofistas, pero realmente no sirve para nada. Yo lo sé. Me alegra que todo esto no sean más que suposiciones y reflexiones que aparecen con las primeras luces que se cuelan en mi habitación. La almohada huele a él y sonrío. Me hace gracia la predisposición que tiene a tumbarse por todas partes y lo lleno de energía que está luego. No duerme aquí, desde luego, pero algo tiene su pelo que deja su olor en todo lo que toca. A veces es incluso molesto, sobre todo cuando coge el autobús y se va, y entonces tengo que ir recogiendo todos esos retazos de olor, guardarlos en su bote y esperar a que vuelva a por ellos.
Pero él sabe que no me importa.
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