sábado, 30 de abril de 2011

lunes, 25 de abril de 2011

Nuestra historia



El detuvo el coche frente a su puerta y la miró, pero ella no se movió ni un ápice.
- Ya hemos llegado - anunció, aunque era evidente. Ella le taladró con la mirada.
- Ya sabes como funciona esto. - le dijo. Él sonrió y se inclinó sobre ella. Una vez recibido su beso, la chica se quitó el cinturón, sonriente. - ¿Y un abrazo, quizás?
Él la abrazó todo lo bien que pudo dentro del coche. Ella apretó los brazos en torno a él, y le dijo:
- Ya no te veo hasta dentro de dos semanas y...
- ¿Qué?
- Tengo una mala noticia.
El chico se separó de ella y le miró preocupado.
- ¿Qué pasa?
- Creo que... he vuelto a acostumbrarme a ti. Pero no me mires así, es culpa tuya. Ya sabes lo que pasa: me tienes una semana entre besos y caricias y ahora te vas sin más. ¡Pues no! Tendré que hacer caer sobre tu conciencia que cada día que estés lejos me estará doliendo en el alma. Quizás así vuelvas.
- Siempre vuelvo.
- Sí, eso espero. - dijo.
Y sin más salió del coche y se dirigió al portal. Él la siguió con la mirada y no tuvo más remedio que sonreír cuando ella le tiró un beso desde el otro lado del cristal.




domingo, 24 de abril de 2011

Mirame.

Me mira. No me mira, me penetra. Es como si fuéramos uno solo, un solo pensamiento, una sola cosa. Con esos ojos se introduce en mí, bucea en mis recuerdos, escarba en mis pensamientos. No tengo secretos para él, no quiero tenerlos. Me siento desnuda ante él, con todos mis sentimientos al descubierto.
Me llega su olor, su gusto, su tacto. Pero él solo me mira. Me mira a mí y eso me hace sentir única, sentirme especial. Rebusca hasta el más sutil rincón de mi ser, hasta la más olvidada de mis memorias
Me pone los nervios a flor de piel, me estremece, me hace vibrar...
Y de repente deja de mirarme, y se va el calor y la fragancia. Me siento fría, sola, vulnerable, sin su mirada. Y solo deseo una cosa.
Que me mire. Que me mire de nuevo. Que me mire siempre, que sus lazos lleguen a mi, que me aprisionen. No escaparé. No mientras me mire.


domingo, 17 de abril de 2011

El Regreso.


"— Princesa...— susurró Ethan, paseando los labios por el hombro de Eileen. Se dejó caer sobre la espalda, junto a la chica, que estaba boca abajo abrazando una almohada, sonriendo. La miró a los ojos y se vio reflejado a la perfección dentro de los ojos grises de Eileen. Alargó los brazos y rodeó a la chica con ellos, colocando la cabeza sobre su pelo rubio. Inspiró profundamente. — Sigues oliendo tan bien como siempre. — dijo, sonriendo.

— ¿No huelo a animal?

— ¿A animal? ¿Tú? Tú hueles a sol.

Eileen sonrió.

— No sé como sentirme, dado que no sé cómo huele el sol. Espero que bien.

Ethan miró a Eileen, con los ojos de color violeta bañados de la luz lunar. La chica escaló por las sábanas hasta subir encima del chico y tumbarse sobre su pecho. Ethan pasó la mano por el pelo de Eileen.

— Me acuerdo de la primera vez que te vi.

Eileen rió entre dientes.

— No esperaba menos.

— Llevabas dos trenzas y un peto vaquero manchado de grasa de coche. Tenías quince años y eras tan adorable... Costaba creer que venías de cuidar a cinco niños. Eras tan dulce, tan pequeña... — le acarició la mejilla. — Llevo enamorado de ti desde el día en el que me abriste la puerta de tu casa y me preguntaste que quién era yo. Tú me preguntaste quién era y lo único que quería decirte es que quería pasar el resto de mi vida contigo. "

Crónicas de Limenarÿa. El Regreso.

Gloria Martínez Villamandos.

lunes, 11 de abril de 2011

Ya no.


" No existe el bailar de divertirse y el bailar de clase, son la misma cosa."

Bueno, quizás para tí. Pero no para mí. Ya no.

Indescriptible.

"Porque vives, y respiras, mi mundo tiene todo lo que necesito para sobrevivir.

Porque tú vives, yo vivo. "

viernes, 8 de abril de 2011

No compensa.


Cada vez lo odio más. Bailar. Bueno, no bailar, dar clases. Lo odio porque antes podía, y ahora solo quiero. Querer no es poder, querer es intentarlo, y cuando intentas algo te puede salir bien o te puede salir mal, siempre existe la posibilidad. Y mis quereres se quedan siempre en intentos, ahora más que nunca. A veces sale y cien no, y el público solo ve una, desde luego. Pero a mi no me importa el público, en realidad, ya no. Me importo yo, y yo estoy siempre presente, en los cien errores y en la tímida victoria.
Y ya no me merece la pena la lucha.

"Cien golpes por un beso no compensan"

miércoles, 6 de abril de 2011

El principio de mis males.

Antes era fácil. Confiar, quiero decir. Antes era fácil, y supongo que a veces lo sigue siendo, pero no estoy por la labor. Siempre falla alguien, a veces fui yo y casi siempre vosotros, y lo siento si os culpo pero es la pura verdad.
Lo cierto es que fue culpa de Ella. Tantos años de amistad que incluso llegué a tener la absurda idea de que entrarías dentro de ese puñado de cosas que uno quisiera mantener toda la vida. Pero no. A veces te emborrachas, y te encuentro y me lo recuerdas, que fuimos amigas, que fuimos para toda la vida. Y tu te ríes y yo sonrío, sonrío para ocultar que me parece patético que solo me recuerdes en el fondo de la botella.
Fuiste la primera en abandonarme y, después de eso, ya nunca pude volver a confiar en nadie.
No hacen falta enemigos acérrimos, ni amantes tornados en infierno, ni padres sofocantes ni compañeros odiosos.
A veces basta una amiga para que todo tu mundo se venga abajo. Basta una mirada para saber que se acabó.

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