martes, 10 de enero de 2012

(Des)propósitos.

¿Qué importaba? Era un año más, pero era a fin de cuentas un día como cualquier otro. ¿Para qué iba a hacerme propósitos? ¿Para no cumplirlos? ¿Para hacerme sentir mejor? Los propósitos ya sólo me sirven para avanzar inexorablemente hacia una meta que se aplaza lentamente hasta convertirse en un nuevo propósito. De un lunes, de un día 1, de un año nuevo. 
¿Para qué hacer tantos planes? Tú y yo fuimos fruto del error, de la espontaneidad, de una explosión, de una casualidad. De una mirada de esas que no planeas y que son las que de verdad hacen que tiembles. No estabas en mi lista de propósitos, de hecho creo recordarte en la lista de errores que no repetiría. Pero todo el mundo sabe que las listas no sirven para nada. Para no seguirlas, para saborear la adrenalina que produce ignorarlas, saltárselas. Más bien fuimos un des-propósito.
Nada de lo bueno que me ha pasado en la vida me lo he propuesto. Así que lo único que pido de este año es que esté lleno de despropósitos. 
Cuantos más, mejor. 

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