lunes, 21 de enero de 2013

Bolzano

Mi vida se ha convertido en una cuenta atrás frenética. 
Y no se trata de un countdown desquiciado y sin rumbo, al contrario. Todas las superficies de mi vida se inclinan para hacerme caer sobre el 15 de Febrero. 
Es ese día cuando, con toda probabilidad, cogeré mi primer avión en solitario para irme a Italia a trabajar. 
La noticia llegó de repente, en medio de una situación corriente. Me había cogido para trabajar en Reusch durante seis meses.
Y de repente, todo cambió, como una explosión que no me arrastra, sino que me rodea y lo mueve todo a mi alrededor. De repente todo lo que en algún momento fue remotamente posible se vuelve real, tan real que resulta casi doloroso.
Y el tiempo pasa lento y rápido a la vez, por lo que quiero y no quiero que llegue. 
¿Miedo? Auténtico pavor. Todo se ha vuelto demasiado grande: elegir que llevarme o coger un avión sola, pero también esas cosas insignificantes que llevo años haciendo y que ahora se levantan amenazantes. ¿Hablar inglés? ¿Vivir lejos de casa? ¿Aprender alemán, italiano? ¿Comprar, cocinar?
Pero hay que ser valientes. Porque es ahora o nunca.
"Nadie nunca sufrió cuando fue en busca de sus sueños"

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